Mi padre narcisista
“Vanesa, es muy duro ser la hija de un narcisista”
Y es que Jimena, con sus más de 50 años aún lamentaba las consecuencias de un padre narcisista. “Ellos no van a terapia para que tú vengas a terapia, es lamentable, lo sé”– le comenté.
Jimena es la mediana de una familia de varios hermanos y su historia es… digamos que complicada. Después de tres relaciones sentimentales, la última la había sumido en una depresión. Ahora, mantenía una relación con alguien del que ella no estaba segura de estar enamorada pero…
“Vanesa, es que cuida de mi. Me trata bien. Nunca he sabido lo que es eso, siempre he dado y ahora.. es que cuida de mi”
– repetía entre lagrimas.
“Qué debo hacer?”
Lo veo siempre en víctimas de narcisistas; esa sensación extraña, totalmente desconocida para ellas/os de sentirse cuidadas/os, queridas, que alguien se esfuerce por ellas y por ellos.
En una ocasión, otra paciente me contó la sensación chocante cuando un dependiente la ayudó con la bolsa de la compra, nunca había experimentado la satisfacción, seguridad, comodidad, gratificación de sentirse ayudada… sentirse cuidada.
Terrible…
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